La gente no siempre quiere hablar
Suéñalo
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La gente no siempre quiere hablar. Hay a quienes se les facilita entablar una conversación, mientras que a otros, no sólo no se les da, sino que les disgusta platicar. En ocasiones la persona no desea prestar atención en ese momento, o simplemente quiere estar sola.
¿Qué hacer en estos casos?
Definitivamente, no es posible forzar la situación, pues sería completamente inútil. Para que exista una buena comunicación, debe haber disposición al diálogo, a intercambiar ideas; de lo contrario, sólo existirá un soliloquio por demás desagradable para ambos.
¿Cómo identificar a la persona que no desea hablar?
Obviamente te darás cuenta porque se mantiene callada, sin embargo su lenguaje corporal sí hablará, pues adoptará posturas cerradas, como cruzar los brazos, o voltear su cuerpo para no dar la cara. Por lo general balbucea monosílabos, tales como: si, no sé, ajá, claro, o de plano no responde.
Dirige la mirada en sentido contrario a su interlocutor. Suele hacer movimientos con su boca en señal de desaprobación y se tocará la cabeza o el cuello para hacer evidente su incomodidad.
La comunicación requiere de una buena dosis de empatía para evitar ser inoportunos y darle a cada quien el espacio que necesita. Recordar las veces en las que nosotros mismos no hemos estado en la mejor disposición para charlar, nos ayudará a entender que la gente no siempre está de buen humor, no puede o no desea escucharnos y no por ello debemos sentirnos ofendidos.
En caso de que fuera muy urgente hablar con esa persona, se le podría decir lo siguiente: Veo que no estás en el mejor momento, pero tengo algo importante qué decirte. ¿Podrías concederme unos minutos en cuanto te sea posible?
Es bueno tener en cuenta que hay momentos totalmente inadecuados para hablar, por ejemplo, cuando la persona está preocupada, cansada, irritada; si tiene prisa, sueño, hambre, mucho calor o frío; si está enferma, trabajando, comiendo o descansando, etc.
Es preferible elegir un momento en el que pueda conceder su atención y mirarnos a los ojos, ya sea al salir a beber café, durante un paseo, después de la sobremesa, o a media mañana de un sábado o domingo.
Seguramente estará más relajada y tendrá buena disposición para conversar.